sábado, 19 de junio de 2010

4:06 p.m.

Era un viernes de esos autoadhesivos. Era un viernes de esos que se te pegaba en el cuero como un tatuaje. Era un viernes de aquellos, de tomar cerveza en la mañana y de ir al cine por la tarde y de pasear en los callejones por la noche. Un viernes de ésos: de ir a hablar con las estatuas de héroes desconocidos en parques sin nombre y de ir a morir en el autoparking de un centro comercial, caja de cigarrillos en mano, mientras se observaban las luces de los edificios reflejadas en alguna mancha aceitosa del pavimento.

Era de todos modos, un viernes normal y Darcy no fue al cine ni a un autoparking, aunque le pareciera lo más adecuado. Tampoco fue de compras. No lo haría en plena temporada ni porque tuviera uno de aquellos ataques de ansiedad.  Darcy había aprendido, por fin,  a programar sus rituales de consumo y desde entonces su estado de cuentas había mejorado ostenciblemente. Darcy ya había comprado los regalos de fin de año. Un i-pod a su hermano, y un paquete de turismo a sus padres. Qué hacer entonces? Parecía tener el resto del viernes libre, para ella sola. Iría al cine. Compraría libros de arte en el Gughenhaim y no se moriría en un muelle del East River con un paquete de cigarrillos en la mano. Se pegaría una ducha. Prendería velas y pondría incienso. Llenaría la tina y echaría  diez gotas con aceite de bergamota, tal como se lo había recetado su asesor de aromaterapia y tal como lo venía haciendo en los últimos cinco años.  Destaparía una de aquellas botellas de vino que le había regalado su jefe. Oh, no! mejor compraría una botella de algo más fuerte de camino a Battery Park. Allí la esperaba la tranquilidad de su semi-loft con vista al río. Tal vez un Viuda De Cliquo para anticipar buenos augurios de feliz año. Se masturbaría con la noche. Abriría toda ventana cerrada en su configuración emocional; delinearía un cuadro de estadísticas para sus sueños realizados;  activaría todos los comandos que hicieran falta para tener en control su sistema de sensaciones. Necesitaba quitarse el pegante de ese viernes; ese aspecto autoadhesivo que sólo una buena borrachera podría lograr.

Seguidores