4:40 P.M.
La estación aquella tarde parecía un paisaje recuperado. La estación aquella tarde tenía aspecto de afiche deteriorado y Darcy pensaba que lo imaginado sobre el futuro lo estaba viendo desfilar frente a sus ojos. El futuro era ahora y el futuro era una caravana de minutos desfilando en la vías del acá. El futuro era un mar de cuervos rojos pastando como vacas en una montaña. Darcy veía pasar el tiempo como quien veía un bosque de árboles desnudos en el Central Park. Era invierno y Darcy pensaba que quien venía a Nueva York y se iba sin conocer al Central Park en invierno se iba sin conocer de verdad el Central Park. En verano, dicho parque estaba lleno de bicicletas y de resplandor y de jóvenes felices que hablaban muy duro. En otoño, el Central Park era rojo y lleno de gente enamorada que se preparaba para tener un diciembre muy amable. En primavera estaba lleno de trabajadores y sus maquinarias. Pero en invierno, el Central Park estaba desierto; con sus lagos congelados y a solas consigo mismo. En invierno el Central Park era, en esencia, una suma de repliegues y de recogimientos; no lo que otros quisieran hacer de él. En invierno, el Central Park estaba en silencio. En invierno, el Central Park era como la muerte.
Sin embargo, en aquella estación, Darcy veía pasar el tiempo frente a sus ojos como quien veía una mar de cuervos rojos pastando en un gran patio verde y un árbol en la mitad y un saxofonista del Spanish Harlem tocando a John Coltraine. Qué cliché!, pensó Darcy. Al lado de ella había un par de vagabundos durmiendo en las bancas de la estación. Estaban cubiertos con mantas y trataban de acercarse mucho entre sí mientras se protegían del frío. Darcy miró hacia los carteles publicitarios que anunciaban los próximos estrenos cinematográficos y sintió que no le decían nada. Entonces, vio que uno de los vagabundos se incorporaba e iba hasta el borde de la plataforma, como quien se levantaba a media noche por un vaso de agua a la cocina. Darcy observó cómo el vagabundo sacaba su pene y empezaba a orinar en las vías del tren y entonces desvió la mirada.
De reojo, Darcy observaba al vagabundo guardando su pene y quedándose en la orilla viendo la luz de un primer vagón que se acercaba. Darcy miró a su alrededor y vio que el vagabundo estaba fuera de la mirada periférica de las otras personas que esperaban el tren. Entonces, fue caminando hasta el vagabundo, se acercó por detrás sin dejar que el vagabundo se percatara y pensó en esas películas que iban a estrenarse; Darcy pensó en su hermano bipolar, en su padre pusilánime, en su madre momificada y en Rudovic que no la llamaba. Darcy se acordó del día que Rudovic le había pedido su mano en el Central Park. Había sido en invierno como ahora. Habían ido a patinar juntos a la pista de hielo y había mucha gente haciendo lo mismo. Darcy recordó la música que sonaba por los altoparlantes y cómo ésta había dejado de sonar mientras una voz daba un anuncio. Darcy no entendía; la voz en los altoparlantes de la pista de hielo estaba diciendo su nombre y el de Rudovic. De repente, todo se había quedado quieto. La gente había dejado de patinar y los estaba mirando a ellos. Darcy se sintió extraña con todas las miradas concentrándose en ella y con Rudovic arrodillándose a sus pies y sacando un anillo de diamantes del bolsillo y preguntándole si se quería casar con él y ese silencio que se apodera del mundo como cuando un ángel pasa por encima de dos personas y hace que éstas dejen de conversar. Darcy había pensado que hasta los habitantes de los edificios alrededor del Central Park estaban asomados por las ventanas presenciando el espectáculo de Rudovic y eso la llenó de vergüenza y de lágrimas. Entonces, Darcy empujó al vagabundo hacia los rieles donde éste había orinado. El tren arribó y Darcy ni siquiera se percató de cómo el tren aplastaba al vagabundo. Todo había sido tan rápido!
Antes de ver las puertas abriéndose, Darcy pudo percibir su reflejo en las latas platinadas del tren y luego en las ventanas. Y entonces llegó a la conclusión de que necesitaba hacerse una infiltración de vitamina 'C' en su cutis. Darcy esperó que algunos pasajeros salieran del vagón y entonces abordó.