El día que tumbaron "Las Torres", Darcy se estaba pintando las uñas en el balcón de su pent-house. Darcy se acuerda de ello porque era un día como este viernes. Era un día que ella había destinado para hacerse auto regalos, para estar con su cuerpo, para dedicarse a su cuidado personal. Era un día en todo caso pegajoso como un tatuaje y más tarde iría al spa por un masaje y luego al cine con Rudovic y después, tal vez, irían a morir en los muelles del East River y terminarían haciendo el amor en el estudio de Rudovic en el upper East Side.
Darcy había dado una primera pincelada a su uña del dedo gordo y por el rabillo del ojo había visto cómo un avión cruzaba el cielo azul a gran velocidad, para ir a estrellarse con la primera Torre Gemela. Era verano; era septiembre y era tiempo de tomar una cerveza al desayuno y un bourbón al almuerzo para después rematar el día con GinTonic y superbowl. Darcy no necesitaba los sermones de Rudovic. Darcy en ese entonces, como ahora, sabía que tenía lo de la bebida controlado. Darcy aquella mañana, 8 y 32, tenía una Stella Artoi a su lado y había dado los primeros dos sorbos del día. Cuando vio aquello, Darcy se alzó los lentes de sol y miró bien en aquella dirección. Sonaba Hole en la radio. Esa impotable de Courtney Love. Malibú. Pensó que debería haber puesto su casette de Miles Davis de los veranos. Darcy clavó la mirada en la Stella Artoi y la levantó en el aire para mirarla a trasluz. Algo malo debía tener aquella cerveza. Le parecía estar alucinando. Se quedó mirando las Torres por un rato; luego pasó otro avión y fue a incrustarse en la segunda Torre. Ya habían interrumpido la transmisión de la radio y Hole se había ido a guardar. Darcy dejó el barniz regándose en el piso de su balcón, tomó el elevador y bajó a la calle en sudadera y sandalias. Caminó unas cuantas cuadras y fue hasta la zona del desastre. La gente se estaba lanzando desde los pisos más altos. Luego todo el mundo empezó a correr, pero Darcy ya se había retirado del sitio. Iba caminando por las callejuelas de Tribeca y la muchedumbre le pasaba al lado a toda velocidad. Darcy caminaba lentamente. Buscaba un spa, un lugar a donde seguir arreglándose las uñas y hacerse un buen masaje, pero todo el mundo estaba en la calle mirando hacia Wall Street. No había nadie quien la atendiera en los spas de Tribeca. Fue a los de Battery. Tampoco. La noticia se había regado como pólvora y los propietarios empezaron a cerrar sus locales comerciales. Caía la segunda Torre. Darcy caminó hasta Soho y allí encontró que la vida estaba un poco más normal. Estuvo en un spa taiwanés un buen rato y al salir no quiso volver de inmediato a su loft del noveno piso. El celular había estado sonando toda la mañana y Darcy había estado contestando: "Sí, mamá, estoy bien. Si, papi, todo bajo control; sí, Rudovic, allí estaré". Merodeó un poco. Había hordas de gente cruzando los puentes de la isla, a pie. El Holand Tunnel había sido cerrado. Y entonces, Darcy decidió regresar a casa. Al salir del elevador, se vio instalada en el living de otra época. Era su departamento pero el ambiente lucía extraño. En ese momento, sonó el teléfono de línea. Darcy contestó. Era Rudovic: "Darcy, bonita, dónde has estado?" Rudovic parecía consternado y Darcy trató de hablar, de decir algo más que su consabido "aló". "Te hemos estado buscando por todas partes en los últimos dos días!, por dios, bonita!, no me hagas estas cosas ", dijo Rudovic.