A veces, cuando Darcy pensaba en los ataques del 2001, se preguntaba si las almas de aquellas personas estarían aún vagando por las calles de Nueva York. Darcy no se consideraba a sí misma como una persona supersticiosa, pero a ella le parecía increíble que aquel centro financiero tan importante hubiera colapsado de un momento a otro. Darcy y todos los buenos ciudadanos lamentaban que allí se hubieran perdido los cerebros más brillantes de la economía mundial, las mentes que controlaban el juego. Habían sido casi 3.000 seres humanos. Adónde se iba tanta energía valiosa? Estarían aún flotando por las calles?
Darcy recordó que una vez le había tocado ir a una terapia de grupo con los afectados del 9-11. Se trataba de un programa que venía adelantando la ciudad con los vecinos del área y querían darle un nuevo aire al bajo Manhattan. Darcy recordó que en la reunión estaba aquella mujer china que tenía un restaurante en Trinity Steet y también estaban los otros propietarios de negocios con sus rozagantes caras de demócrata-tradicional y que a ella se le hacían conocidos todos ellos porque compartían un vecindario desde hacía muchos años.
Parecía ser que, aunque había un sicólogo monitoreando, aquella reunión había tenido todo tipo de propósitos económicos y no tanto de intercambiar sentimientos alrededor de la tragedia. Unos discutían la necesidad de demandar al estado por su falta de protección y, otros, el imperativo de pedir un refuerzo de indemnizaciones a las compañías de seguros. Pero de los efectos emocionales nadie habló. Sólo aquella mujer china se atrevió a comentar en un inglés quebrado sobre sus insomnios y sobre el terror que le generaba el recuerdo de los dos pájaros gigantes. Habían pasado casi 5 años y Darcy todavía se preguntaba muchas cosas. Darcy se preguntaba por qué aquella mujer china la había saludado tan amablemente, si Darcy nunca entraba a su restaurante. De hecho, Darcy nunca caminaba por la calle Trinity. Darcy tenía tres rutas de acceso a su casa y nunca cerca al restaurante de la mujer china. Darcy tampoco podía negar que, desde esa única vez que compró un arroz con vegetales en su restaurante, la mujer china se le había quedado depositada en un lugar muy cercano de su universo afectivo. Al verla en dicha reunión, luego de varios años, la mujer china se le había sentado al lado en la reunión de Afectados Por Los Ataques del 9-11 y le había hecho preguntas muy cordiales de cómo iba el trabajo y si ya había recuperado la memoria.
Cinco años después, Darcy seguía sin explicárselo. Cómo supo aquella mujer sobre el asunto de la memoria perdida de Darcy? En realidad, Darcy y la mujer china no se habían cruzado, antes de la reunión, más de las tres típicas y convencionales frases que todo el mundo solía usar en los restaurantes chinos:
"Salsa de soya?"
"Por favor"
"Gracias"
Darcy, de todos modos, se consideraba una mujer de mente abierta. Ella sabía que habían mundos existentes más allá de la razón. Darcy sabía que habían mundos intuitivos que nos conectaban misteriosamente a los humanos y a todas las cosas del universo. Darcy sabía que si bien teníamos un calendario, éste no tenía nada que ver con el tiempo. Darcy misma había experimentado un cambio de percepciones después del shock sufrido en los ataques del 9-11. Había vuelto a su apartamento después de merodear varios días por la ciudad, sin bañarse y sin cambiarse de ropas. Lo que a ella le habían parecido un par de horas, en realidad habían sido un par de semanas. Darcy estaba rodeada por la ciencia, Darcy estaba rodeada por la razón, Darcy todavía estaba recibiendo ayuda profesional, entre otras cosas, para descubrir a dónde se había ido su cuerpo durante ese tiempo que estuvo desconectado de su mente habitual. Nunca nadie lo supo y ella conservaba ese episodio de su vida en la reserva del sumario, como uno de esos grandes misterios sin resolver que veía a Diario en los capítulos de Missing. Pero Darcy aún creía en otros mundos. El caso era que Darcy ahora se sentía bien y que Radovic González ya no estaba más en su vida. Cuando pasó lo del 9-11, Rudovic había tenido que volver a enamorar a Darcy. Darcy había tratado de incorporarlo a su banco de datos, pero su sistema nervioso no lo reconocía. Tampoco su sistema neuronal. No habían restos ni cenizas de algún fuego consumado en la estufa de los años. Su madre y su padre le aseguraban que Rudovic había sido su prometido en los últimos cuatro años y que se iban a casar en el otoño del 2001, pero Darcy no lo registraba, como un escáner no registraba a ciertos materiales orgánicos.